La péreza está en cambiar: escribir siempre alejandrinos, ¡qué cómodo!, o endecasílabos, ¡qué fácil!, o siempre versos libres, ¡qué solución!, o cuentos de ocho páginas, siempre, ¡qué agradable! Del mismo modo se encera siempre un piso, o se barre el mismo pasillo o se jabona el mismo mármol o se limpia el mismo vidrio, pero la araña de caireles y la banderola de la ventana y el bronce de algunos recónditos picaportes, ¡qué cansancio! Ocuparse de ellos resulta casi inhumano. ¿La fidelidad será cosa de haraganes?
S.Ocampo
S.Ocampo